17.2.14
Cambio con el transcurso de los días, cambian mis designios, mis conceptos, mis interpretaciones. Soy una serie de estados de ánimo y de sensaciones. Interpreto un millar de papeles. Y lloro cuando descubro que otros los interpretan por mí. Desconozco mi yo verdadero. Creo un mito y una leyenda, una mentira, un cuento de hadas, un mundo mágico, y al propio tiempo creo otro universo que se desmorona diariamente. He intentado no ser neurótica ni romántica ni destructiva sino, quizá, todas y cada una de esas cosas disfrazadas. La paz, la serenidad y la integración son algo desconocido para mí. Mi clima habitual es la ansiedad. No confío en mí misma y, en cambio, tengo una gran confianza en los demás. Incurro en deslices y errores. Al salir del fuego es probablemente cuando adquiero una apariencia más diáfana. Siempre penetro en el fuego y, al salir de él, estoy mucho más viva. El día de mi muerte diré: “Disculpadme, todo fue un sueño”. Y entonces, ojalá encuentre a alguien que me replique: “No lo creas; todo fue verdadero, absolutamente verdadero”.
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